Cuando ingrese a la sala de situación
de la Municipalidad de San Luis, camuflado en una bolsa de tortitas de Trigal
que había ido a buscar Agustín Martínez, entendí que por los gritos que se
escuchaban desde el despacho del Lord Mayor Sanluiseño esa no iba a ser una mañana
más.
“Piiiriii, Piiiiriii – vaya uno a
saber que rara paradoja del destino hace que cuando esta enojado la “i” del
sobrino quede regulando como si fallara el burro de arranque – Piiirii, no
puede ser, a los del Cerro los llevan a Londres y a mi me armas una conferencia
de prensa para anunciar que no se cuando vamos a hacer la obra del paseo del
padre…, no puede ser, me metieron escondido al Raúl en las listas y ahora me
doy cuenta que me escondieron funcionarios en el organigrama para que yo
fracase, porque seguro que los del cerro me metieron funcionarios y vos
Piiiriii no te das cuenta, para que te tengo de jefe de gabinete, yo quería ir
a Londres y vos solo me traes malas noticias”
“Tío para que veas que también te
puedo traer buenas noticias tenemos una alegría para darte, dame dos minutos y
vas a ver” la frase del principito de la campora me dio margen para saltar de
la bandeja de tortitas, antes de que Jacomet y Martinez se pelearan por los
cañoncitos que quedaban a mi
costado, en ese momento entra como una tromba y con su clásico rostro de
algarabía el Director de Seguridad
y Defensa Civil, Don Alejandro Miranda, “jefe la encontramos, la hija prodiga
ha regresado” la sola frase logró que cambiara el rostro y el semblante de Don
Enrique I, quien, con brillito en sus pupilas y la garganta anudada pregunto “¿está
bien? Por favor quiero saber la verdad por amarga que sea”, “jefe está bien, quédese
tranquilo – exclamó el ex guardián de la ley – estaba deambulando por la
peatonal, estaba como perdida, enajenada, pero gracias al trabajo de los perros
y la cruz roja, pudimos encontrarla” , “háganla pasar” pidió el jefe comunal en
un tono de llanto contenido
En ese momento comenzó a asomar por la escalera su larga cabellera rizada
contenida por una gomita de color fucsia, su delgada figura, su polera blanca
hasta el mentón, su campera negra con capellina al estilo “loco mia”, era ella,
después de tantos días de búsqueda, la lograron encontrar, al verse se
estrellaron en un abrazo, al verla le suplico, “por favor estela, que sea la
ultima vez que me haces esto, estábamos desesperados, nada sabíamos de ti,
temimos lo peor” y con el semblante conmovido lo miro a don Alejandro para
decirle, “hijo mio, no sabes lo feliz que me has hecho, estelita es muy chica y
gracias a tu esfuerzo, ella ha vuelto al hogar”
Debo reconocer que nunca me gustaron las novelas, pero esta me hizo
emocionar, era tan grande la alegría que tenía el hermano de Carlos y Moira que
decidió premiar a su Asesora Legal de un modo particular, “Martínez deja de
espiar a tus compañeros y encargarte de la conferencia de prensa, la noticia
del fracaso de la licitación del paseo del padre lo va a dar la Dra. Estela
Aragon, nos tuvo con el Jesús en la boca un montón de días, merece ser premiada”
Viendo que Don Enrique había olvidado el mal trago de su permanencia en San
Luis mientras los del Cerro iban a Londres a representar a la Argentina,
emprendí la partida hacia la salida de calle San Martin, al bajar las escaleras
me encontré a Don Fernández Janeiro negociando con Jacomet
“Si vamos a poner la feria municipal, eso es una pyme por lo tanto deberé
manejarla, yo siempre quise tener una pyme y me merezco una oportunidad”
declamaba el pulmotor de la Promoción del Desarrollo Económico, Industrial y
Comercial del municipio, “de ninguna
manera – gritaba el hijo de Santa María de los Buenos Aires – batallé contra
viento y marea para conseguir el rabanito a $4 y no voy a dejar que te cuelgues
de mi barba para hacerte ver con el intendente”
Como entendí que la riña de Jacomet y Janeiro no iba a llegar a buen
puerto, me cruce al supermercado de enfrente para ver si los viernes tienen
descuentos en frutas y verduras, al fin y al cabo, todos queremos evitar las
largas colas.
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